miércoles, 17 de septiembre de 2008

Violencia demiúrgica

Hace mucho que el odio no se me aparece con tal virulencia. La última vez fue cuando soñé que lograba pisar una paloma con saña y con mi auto, cosa que vengo intentando desde hace tiempo sin éxito. Ahora se me acentuó el malhumor hasta teñirme de verde al ver un cartel que anunciaba la venta de una propiedad, y la inmobiliaria se llamaba Val-Jor. No hay nada que me haga creer menos en la raza humana que las personas que no pueden ponerle un nombre decente a un emprendimiento y lo único que logran es juntar las tres primeras letras de su nombre y las tres primeras letras del nombre de su marido o esposa. Una empresa con este tipo de nombre nunca dura, ni la levanta con pala, ni tiene sucursales, ni exporta. Se lo tienen bien merecido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si estás tan colombofóbica, estaqueamos una paloma en el pavimento y la pasás por encima con las ruedas del topolino.